Sangre (Drabble) Saga x Kanon

Temas: Canon, confuso
Personajes: Saga, Kanon
Resumen: No esperaba esa respuesta de él, ni lo que vio
Dedicatoria: A Scarlet porque por ella escribo estos pequeños cositos Twincest ♥
Comentarios adicionales: Pensaba usar la imagen para un sueño, pero al final opté por esta manera de hacerlo. Quizás no se entienda solo, aunque la idea era que se sintiera la confusión. Tengo en mente hacer el onshot que le da el cuerpo a este drabble

Sangre

Todo ocurrió en cuestión de un pestañeo.

La sensación la podía catalogar como familiar, aunque nunca lo hubiera vivido.

Al menos no en esa vida.

Kanon se inclinó hacia atrás y todo le dio vueltas. Las piernas le temblaron sobre su eje, y sus párpados se tuvieron que cerrar. Sus pestañas y cada poro de su piel vibraron en presencia del cosmos que como hilo había atravesado su cabeza con la amenaza de volverlo loco.

Una parte de él gritó. En sí, su alma lo hizo haciendo eco dentro de la forma en la que se hallaba encerrada. Un alarido agudo semejante al de los lobos en la noche, pero como si este fuera asesinado a sangre fría y el dolor fuera demasiado como para optar mantener aire en los pulmones.

El abrió los labios, un poco. Su garganta cerrada solo saboreaba la sangre pasar. Era saliva, con sabor a sangre. ¿De todos modos cual era la diferencia?

Todo se sentía rojo. Rojo como la sangre, rojo como el magma. Rojo como los ojos de Saga que no temblaron en hacerle sentir el dolor más puro sin siquiera titubear.

Antes de perder el equilibrio, puso su rodilla al suelo. Su cabello cubrió su rostro y convirtió la visión de todo rojo a todo oscuro, como el color de cada una de sus hebras. Al enfocar la mirada, el reflejo de su propio rostro golpeó a sus retinas a través del oro, y todo su cuerpo se sintió. absurdamente pesado.

Géminis estaba allí, lo estaba vistiendo.

Tuvo que toser. Tuvo que rehuir de la visión —cuál quiera que fuere la realidad— y espantar lo descabellado que era pensarse dentro de géminis. Quiso hacerlo pero al mover su rostro no pudo ver más que un charco de sangre. Sangre y más sangre manando. Sangre cayendo. Sangre brotando de su boca, comprendió, antes de ser atrapado por el pánico. Una fuerza lo obligaba a mirar sus pies, imposibilitándole escapar. Si Saga estaba usando una de sus ilusiones, esta era la más real que había sentido en su vida. Nada comparado a los juegos de niños que tenían entre las columnas del tercer templo.

Jadeó al hallar su imagen también entre la sangre, aunque esta le sonreía. La locura debía sentirse así, exacerbada en su garganta, arañando con sus uñas a sus dientes y clamando salir en un grito de terror.

Su imagen no se quedó en la sangre. Ella subió. Kanon de forma literal se llenó de pánico cuando la figura —¿era él? ¿Era Saga?— brotó entre el rojo y se levantó como un homúnculo maldito, una quimera demoniaca de sus propios deseos lascivos.

Besó.

Un beso de la muerte.

Sabía a sangre.